Principe2012
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«¡HOLA, PAPÁ!»
Hermano Pablo
Samuel Corvin descolgó el teléfono y escuchó una voz querida y familiar. «¡Hola, papá! ¿Qué tal? ¿Cómo te sientes?» Esta era la llamada semanal de su hijo Norman, llamada que Norman hacía cada siete días y que era, por cierto, una que él había repetido ya a lo largo de seis décadas. Pero ésta fue la última. Samuel Corvin murió antes que Norman pudiera hacer la siguiente.
Samuel Corvin, nacido en Londres, había llegado a la venerable edad de 110 años, y durante más de sesenta años su hijo Norman lo había llamado todas las semanas desde cualquier parte del mundo en que estuviera.
Lamentablemente hay muchos padres que no han sabido asumir su responsabilidad paterna, y sus hijos han sido defraudados por la falta de atención y el amor que en la infancia y adolescencia debieron haber tenido. ¡Pero qué linda es la comunicación continua entre padre e hijo! ¡Qué lindo mantener vivos los tiernos afectos familiares y consolidar los lazos de amor filial mediante la comunicación! Una relación sin comunicación languidece poco a poco y termina desvaneciéndose por completo.
Norman Corvin recibió de su padre amor hacia la literatura, y él llegó a ser uno de los más cotizados escritores de radio y televisión. Muchos años atrás Norman hizo la promesa de comunicarse con su padre, cuando menos, una vez por semana. Durante sesenta años cumplió la promesa.
¿Desde cuándo no nos comunicamos nosotros con nuestros padres? ¿Nos encontramos entre los que han abandonado a sus padres en alguna casa o en algún asilo, para nunca comunicarse con ellos o nunca tomarlos en cuenta?
Algún día ese padre, esa madre, ese anciano, ese abandonado, ese olvidado, seremos nosotros, y además de tener que sufrir la soledad de su abandono, tendremos que sufrir la carga de un remordimiento porque, cuando pudimos, no cuidamos de los que nos trajeron a este mundo. Cada uno cosecha lo que siembra, y después que nuestros padres hayan fallecido, no habrá redención que valga.
Cuidemos, pues, a nuestros padres hoy mientras es posible. Mañana nadie podrá abrirnos esa comunicación. Recordemos que uno de los imprescindibles Diez Mandamientos que nos dejó Dios es: «Honra a tu padre y a tu madre, para que disfrutes de una larga vida en la tierra que te da el SEÑOR tu Dios» (Éxodo 20:12). Más vale que honremos hoy a nuestros padres.